La elección de medio término celebrada en los Estados Unidos el 6 de noviembre pasado no ha sido una más. Porque si bien no se elegía presidente, sino a los representantes del Congreso (la renovación de 1/3 de las bancas del senado y la totalidad de la Cámara de Representantes), se nacionalizó a tal punto de que Donald Trump llamó a los ciudadanos a votarlo a él mismo, aunque no estuviera su nombre en ninguna boleta. Por su parte el ex presidente Obama también decidió ocupar el espacio de la oposición al realizar varios actos de campaña en distritos clave con la intención de apoyar a los candidatos locales del partido Demócrata.

¿Qué tuvo de especial esta elección? Muchas de las tendencias que se venían dando, no se dieron. Por un lado, la cantidad de votantes en comparación a otras elecciones del mismo nivel fue ampliamente superadora. Dentro de ese electorado, cabe destacar el rol de los millenials, es decir, los jóvenes que se movilizaron masivamente a expresar sus preferencias en las urnas.  Por otro lado, el rol del voto femenino, sobre todo aquellas “mujeres blancas con nivel de instrucción” que cambiaron su preferencia con relación a la elección anterior. Según el Brennan Center paso de 55% de apoyo a los republicanos en 2016 a 49% en 2018, dejando la ideología partidaria de lado. Sin embargo, el aspecto de la representación muestra su déficit, menos del 30% de la Cámara de Representantes serán mujeres.

El voto urbano y el voto rural fue clave también para dar vuelta una tendencia que históricamente se venía dando: los republicanos perdieron en estados de zonas rurales y así abandonaron a Trump al dejar de lado la tradición por los rojos.

Estos rasgos que dan cuenta de una mayor competitividad no se hubieran dado sin la Help America Vote Act (HAVA) de 2002, donde sus buscó modernizar algunas cuestiones del proceso electoral, creándose una comisión especializada para llevar a cabo esta misión. La Comisión de Asistencia Electoral, (EAC) brindó herramientas esenciales para modernizar la registración de los votantes, (en algunos estados es automática, en otros se firmaron convenios con otras oficinas del gobierno como el Departamento Automotor), para hacer menos engorroso el procedimiento. Por otro lado, se encargó de la distribución de los subsidios a los estados para comprar nuevas máquinas de voto electrónico y dobló los esfuerzos para salvaguardar la información de los votantes y garantizar la protección frente a cyber ataques.

El fenómeno de redistritación conocido como Gerrymandering también jugo un rol principal en el proceso electivo. En estados como Carolina del Norte, el partido democrático saco más votos que el republicano, sin embargo, el porcentaje de bancas resultó significativamente menor (Ballotpedia). Algunos estados, como por ejemplo Michigan, ya están tomando medidas al respecto y optan por comisiones independientes que se encarguen el proceso de re-dibujo de las fronteras electorales. Sin embargo, muchos continúan negándose a esta práctica.

Sin embargo, todavía falta mucho por hacer para mejorar la competitividad electoral a nivel estatal y así frenar esa tendencia que muestra como una gran cantidad de estados dejan de ser swing (ir de un lado a otro), para ser fuertemente republicanos o demócratas. Por otro lado, también hay que remarcar un número elevado de votos desperdiciados en distritos donde la elección fue muy reñida, dejando miles de éstos sin representación. Si bien esta última cuestión es un resultado natural del sistema electoral mayoritario tendiente al bipartidismo, se pusieron en discusión distintos sistemas que buscarían democratizar las preferencias de los votantes, dándoles la posibilidad de tener representación directa en el Congreso. El ranked choice voting es una de estas opciones.

De cara al Censo del 2020, la confirmación del Juez de la Corte Kavanaugh ha sido un golpe duro para aquellos politólogos y abogados que buscan una redistritación más justa de las fronteras electorales, ya que que muchos reclamos judiciales seguramente no lleguen a buen puerto con la llegada del magistrado de tinte conservador nominado por Trump. Igualmente se debe dejar en claro que la manipulación electoral no solo la lleva el partido Republicano, el partido Demócrata también se ha apropiado de esta herramienta propia de una concepción ventajista de la política.

Retomar el control de la Cámara y Legislaturas locales después de tantos años representa para los demócratas una gran victoria, más aún en términos de ampliación de derechos, prometiendo un gobierno más representativo, efectivo y transparente. En esa sintonía, la conformación de este nuevo Congreso contará con una gran cantidad de representantes de las minorías (entre ellas afroamericanas, latinas, por ejemplo). Sin embargo, no pudieron imponerse en el Senado, que continúa en manos de los republicanos. Se espera que la segunda mitad del gobierno de Trump sea mucho más negociada y el poder ejecutivo esté más controlado. A favor del mandatario, con este resultado debemos decir que no hay posibilidades de un impeacheament (juicio político) a no ser que se produzca una escisión en el partido de gobierno, situación muy poco probable.

Los frenos y contrapesos que idearon los padres fundadores de los Estados Unidos continúan en perfecto estado de salud y por ahora resisten sin problemas las tensiones que genera la irrupción de un outsider de la política.