En el marco de la pandemia por coronavirus se decidió postergar las elecciones de medio término; así, una ley en el Congreso determinó la modificación del calendario electoral. Las PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) finalmente se celebrarán el 12 de septiembre y las elecciones generales el 14 de noviembre.

Al día de la fecha la Cámara alta, con sus 72 senadores nacionales, está compuesta del siguiente modo: 41 senadores del Frente de Todos, 25 de Juntos por el Cambio, 3 de la fuerza Parlamentario Federal, 2 independientes que representan a las fuerzas Misiones y Juntos Somos Río Negro y 1 escaño vacante. Por su parte, la Cámara Baja está conformada por 257 diputados: 119 del Frente de Todos, 115 de Juntos por el Cambio, 2 del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, 21 independientes (11 de Federal, 6 de Unidad Federal para el Desarrollo, 2 de Acción Federal, 1 del Partido por la Justicia Social y 1 del Movimiento Popular Neuquino).

Las composiciones de ambas cámaras nos muestran que, desde el 27 de octubre de 2019, el Frente de Todos cuenta con la mayoría absoluta en el Senado y representa a la primera minoría en la Cámara de Diputados. Y como en toda elección de medio término, en los próximos comicios legislativos se renovarán un tercio de las bancas de senadores (24 de las 72) y la mitad de las de diputados (127 de un total de 257; las 130 bancas restantes se renovarán en 2023).

El frente oficialista, Frente de Todos, durante los casi dos años de gestión de gobierno reveló internas al interior de la coalición, sin que éstas hayan manifestado significativos enfrentamientos, aunque sí un peso específico considerablemente mayor de sectores que no responden directamente al presidente Alberto Fernández. La Cámpora, intendentes y movimiento sociales se siguen mostrando muy cercanos al kirchnerismo de Cristina y una enorme cantidad de ciudadanos siguen sospechando que la tinta de la lapicera de Alberto es patrimonio exclusivo de Cristina. Como sea, en el marco de la pandemia, de cara a las próximas elecciones legislativas, luego de una mala gestión de gobierno, la cohesión parece ser muy conveniente al interior del Frente de Todos. Así, el temor a perder escaños tanto en la Cámara alta como en la baja parece superar las grandes disidencias del frente oficialista.

La coalición Juntos por el Cambio, conformada en su génesis por el Pro, la UCR y la Coalición Cívica, reveló una cohesión interna que empezó a tambalearse a poco de comenzada la pandemia. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, se mostró más conciliador con el oficialista Frente de Todos, y atrajo a sus filas a los más moderados del Pro. En contraste, Mauricio Macri ha demostrado desde que abandonó la presidencia, un desentendimiento notorio y explícito con la coalición opositora, y así, junto a la presidenta de su partido, Patricia Bullrich y otros referentes del Pro, han sabido ganarse el mote de “halcones”, manifestando ansias de enfrentarse al oficialismo con rigor. A medida que corría la pandemia, Rodríguez Larreta comenzó a manifestar desencuentros con el presidente Alberto Fernández, y las provocaciones y enfrentamientos mutuos fueron escalando. Sin embargo, el discurso de Rodríguez Larreta siguió siendo sobrio, y sus afinidades al interior del Pro siguieron manteniéndose con las “palomas” del partido.

Lo curioso es que, las “palomas” del Pro, los moderados a la hora de enfrentarse con el Frente de Todos, parecen verdaderos “halcones” cuando deben “enfrentarse” interna y electoralmente con los suyos, especialmente con su socio mayoritario de Juntos por el Cambio. De tal forma, en una suerte de competencia desencajada, parece que lo fundamental para el larretismo es restarle fuerza en el mapa electoral cambiemista al radicalismo, partido que comenzó a comprender que el lugar de convidado de piedra no va más. El periodista Matías Moreno destacó días atrás como “desde la intimidad del Pro crecen los dardos contra Facundo Manes”, nuevo líder del radicalismo, quien encabezará una lista de diputados en la provincia de Buenos Aires. Así, las “palomas”, desde el gobierno porteño advierten “¿Por qué el Pro tiene que entregar el primer lugar de la lista?”. De este modo comunican que, si el neurocirujano no acepta bajarse al tercer casillero, la interna con Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires ya es un hecho.

El propósito principal del larretismo en esta campaña, que en apenas días determinará las definitivas candidaturas, parece ser subyugar al mayor líder actual del radicalismo. Por tal motivo, unir fuerzas con Jorge Macri, para que se aliste junto a Diego Santilli, hoy es casi una obsesión de las “palomas” del Pro, que ostentan monopolizar la lista bonaerense, mientras ya lograron que su lista a diputados por la ciudad porteña sea encabezada por otra “Pro team”, María Eugenia Vidal.

Después de un largo período de un radicalismo en las sombras, el partido centenario comenzó a sumar potencia en algunas provincias y municipios (potencia capitalizada sin duda por el Pro en el marco de la alianza electoral y de gobierno constituida). Y la reciente incorporación de Manes a la coalición parece prometer aires más radicales.

En estas elecciones nacionales de medio término se ponen en juego la mitad de las bancas para diputados, donde el Frente de Todos representa a la primera minoría, y un tercio para senadores donde el Frente de Todos tiene mayoría absoluta. Y el ala blanda del Pro concentra su campaña cada día más en avasallar a un candidato de la coalición propia. Si Rodríguez Larreta quiere ser presidente y Santilli gobernador de la provincia de Buenos Aires en 2023 ¿corresponde descalificar, rebajar e intentar reducir a un partido político centenario, que debía recibir un tercio del “pastel” de la coalición, que apenas obtuvo “migajas”, y que ahora se decidió a ser parte de un JUNTOS por el cambio de verdad?

 

Por: Sandra Choroszczucha

Politóloga y Profesora (UBA)

 

Nota extraída de: La Nación

https://www.lanacion.com.ar/opinion/de-internas-partidarias-y-matrimonios-por-conveniencia-nid18072021/