Actualmente el peronismo, encarnado en el Frente de Todos (FdT), concentra poder en los dos poderes políticos del Estado, en el Ejecutivo, por ser gobierno, y en el Legislativo, por contar con mayoría absoluta en el Senado y representar a la primera minoría en Diputados. En este contexto de control oficialista -no solo ejecutivo sino también legislativo- si logra triunfar la oposición en las elecciones del 14 de noviembre (luego del triunfo logrado en una importante cantidad de distritos en las PASO del 12 de septiembre), los pesos y contrapesos empezarán a fortalecer las instituciones de la república.

El temor de Cristina Fernández de Kirchner a que esto ocurra es de público conocimiento, y radica básicamente en que, sin un Legislativo con intenciones de reformar la Justicia con premura, el tercer poder del Estado (el que debería estar blindado a los intereses políticos) puede contar con las herramientas para seguir adelante en la investigación y penalización de las causas que enfrentan la vicepresidenta & cía.

CFK fue sobreseída en la causa “dólar futuro”. Sin embargo, cuatro expedientes más continúan aun en etapa de juicio oral. El primero, el expediente “Obra pública” por el cual Cristina está siendo juzgada por presuntas irregularidades por la concesión a Lázaro Báez de 51 obras públicas en la provincia de Santa Cruz. El segundo expediente, “Memorándum con Irán”, refiere a la firma de un acuerdo entre el gobierno de CFK e Irán, cuando este último fue acusado de haber sido el artífice del atentado contra la AMIA. El tercero es el que contiene las causas “Hotesur y Los Sauces”. En estas causas, la actual vicepresidenta, su hijo Máximo y su hija Florencia Kirchner están acusados del delito de presunto lavado de dinero por el alquiler de hoteles y viviendas a empresarios que a cambio recibían como retorno concesiones de obra pública. El cuarto expediente, “Cuadernos de la corrupción K”, refiere a la investigación por el pago de sobornos de empresarios a funcionarios políticos kirchneristas. Todas estas causas aún pendientes parecen no poder permitirle gobernar en paz a la vicepresidenta de los argentinos.

Por su parte, el temor de la oposición es no poder lograr en las próximas elecciones generales una excelente performance como la conquistada en las PASO. Difícilmente el oficialismo pueda captar más votos debido a que un significativo porcentaje de la ciudadanía dijo “basta” a varios asuntos que se vienen padeciendo (la respuesta a la crisis sanitaria, que no tuvo los resultados esperados; la sostenida inflación, que no permite que muchas familias puedan hoy alimentarse como corresponde; los privilegios para los “nacionales y populares”; la inseguridad, que sigue en escalada, etc.). Sin embargo, la oposición debe poder leer con detenimiento aquello que las cifras de las recientes elecciones nos comunican.

En las PASO, en el distrito calificado como “madre de todas las batallas” porque ahí se concentra el porcentaje de votos más numeroso, la provincia de Buenos Aires (PBA), las cifras para Diputados obtenidas por las dos coaliciones que mayormente se disputan el poder fueron las siguientes: 33,60% de los votos para la lista de la precandidata oficialista, Victoria Tolosa Paz; 22,80% de los votos para la lista encabezada por el precandidato Pro de Juntos por el Cambio (o Juntos), Diego Santilli; 15,10% de los votos para la lista encabezada por el precandidato radical de Juntos, Facundo Manes.

Desde que las PASO dieron ganador a Juntos, escuchamos y leemos con frecuencia como el mapa electoral se pintó de nuevo de amarillo (en alusión al color que identifica al Pro), pero esto no es cierto y si sigue afirmándose tal cosa, la coalición Juntos puede perder votos en las próximas elecciones generales. Diego Santilli del Pro no logró vencer a la candidata del FdT, fue la suma de Santilli más Manes la que hizo posible superar la performance electoral de Tolosa Paz. Y 15,10% de los votos que se volcaron a la lista de Manes en la PBA es un número muy elevado; por eso, si los bonaerenses votaron al neurocientífico porque se oponen al rumbo neokirchnerista pero no quieren votar Pro, pueden elegir no volver a elegir a Juntos, si se destaca, por ejemplo, que Horacio Rodríguez Larreta es el gran ganador (por haber sido el súper operador de las precandidaturas Pro) o si se repite que Santilli obtuvo 37,9% de los votos (que nos los obtuvo). Manes repite que el Pro y el radicalismo comparten el trazo grueso del proyecto integral del país pero que mantienen identidades distintas. Estas identidades distintas se plasmaron en votantes distintos, los que votaron a Santilli y los que votaron a Manes. Por eso, la continuidad de un monopolio Pro en el discurso preelectoral y en las acciones postelectorales puede resultar en que Juntos pierda votantes bonaerenses que fueron muy claros con su voto: ni kirchnerismo ni macrismo/ larretismo.

En la ciudad porteña, la situación también debe ser examinada con detenimiento. La lista encabezada por el precandidato del FdT, Leandro Santoro, obtuvo 24,60% de los votos; la lista encabezada por la precandidata del Pro, María Eugenia Vidal, logró atraer 32,90% de los votos (esta lista fue apoyada por el radical Martín Lousteau, y el segundo lugar en esta lista lo ocupó Martín Tetaz del radicalismo que en las encuestas medía muy bien). Al mismo tiempo, dentro del espacio Juntos, la lista encabezada por Ricardo López Murphy obtuvo 11,20% de los votos y la encabezada por el radical Adolfo Rubinstein 4%. Nuevamente es incorrecto deducir como se escuchaba y leía en los medios, que Vidal del Pro obtuvo 48,1% de los votos, ya que esa cifra incluye el voto a Vidal, a López Murphy y a Rubinstein. Y si cantidad de votantes porteños vuelven a dar la espalda al kirchnerismo/albertismo/massismo, pero no eligen al Pro por convicción o porque éste gobernó mal de 2015 a 2019, no ayuda ni un poco a la coalición opositora, que no se reconozca el voto no Pro que acumuló enorme apoyo para la coalición. Si la campaña en esta segunda instancia se tiñe de amarillo, los votos de López Murphy podrían migrar, por ejemplo, a la lista encabezada por Javier Milei (con la cual existen tres denominadores comunes, la inclinación hacia la derecha en el espectro partidario y que no son kirchnerismo ni macrismo). Al mismo tiempo quien encabeza, ya ahora como candidato, la lista a diputados del FdT en capital, Santoro, es un exdirigente radical, por tal motivo, la lista oficialista porteña no simbolizaría al ultrakirchnerismo.

El bienestar de la república depende en gran medida de que se logre un nuevo equilibrio de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo, para que el Congreso ya no sea cooptado por el oficialismo. Este posible equilibrio de poder, que se lograría si triunfa la oposición en las elecciones legislativas, puede lograr al mismo tiempo, que la corrupción K pueda ser investigada como corresponde (sin reformas judiciales apresuradas a la medida de los apuros de la vicepresidenta). Pero para conseguir tanto, al interior de la coalición Juntos debe lograrse un real equilibrio de poder simbólico, de decisión y de acción. De lo contrario, si la “codicia” Pro vuelve a colocar en la periferia al radicalismo, que ahora se encuentra hermanado con el GEN de Margarita Stolbizer y con parte del peronismo no kirchnerista (y que demostraron captar una importantísima cantidad de votos no solo en PBA y en capital, sino en numerosos distritos del interior), la coalición Juntos puede perder electorado y el oficialismo puede volver a tomar ventaja.

Juntos y equilibrados debería ser la nueva consigna, para que la coalición opositora tenga enormes chances de triunfar tanto el próximo 14 de noviembre, como en 2023.

Politóloga y Profesora (UBA)

Publicado originalmente en: La Nación
https://www.lanacion.com.ar/opinion/juntos-y-equilibrados-la-clave-futura-para-la-oposicion-nid28092021/