El gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, optó por asegurar la retaguardia. El socialista dejó de coquetear con la idea de ser el candidato presidencial de un vaporoso espacio de centroizquierda que integaría a Ricardo Alfonsín, Martín Lousteau y Margarita Stolbizer. Tampoco se tentó con la oferta de Sergio Massa para que lo acompañe como vice.

Lifschitz encabezará la lista de diputados provinciales y su protegida, la intedenta Mónica Fein peleará la senaduría de Rosario. En el plano nacional apoya la estrategia duhaldista de impulsar a Lavagna como presidente.

Trazó así un esquema similar al del 2015 cuando el gobernador saliente, Antonio Bonfatti, ocupó la presidencia de la Cámara de Diputados santafesina logrando mantener su capital político y hoy ser uno de los candidatos competitivos para volver a la Casa Gris.

Sin embargo, el plan de Lifschitz es un tanto más ambicioso que el de su antecesor y confía no solo en presidir la Cámara de Diputados sino también ganar terreno en la de Senadores de mayoría peronista y que tienen un muy buen vínculo con Bonfatti.

Es que Lifschitz aún no pudo sacarse el sabor amargo que le dejó el fracaso del proyecto de reforma constitucional que impulsó y que precisamente naufragó en la Legislatura. Por lo bajo, le atribuye a Bonfatti no haber hecho los esfuerzos necesarios para lograr su aprobación y la posibilidad de competir por una reelección.

Es por ello que el actual gobernador, que tiene la mejor imagen de la provincia según las encuestas, recorrerá el territorio con Bonfatti, encabezará la lista de diputados del Frente Progresista y se reservará para sí la conformación de toda la nómina que lo acompañará en la boleta.

De esta manera, Lifschitz se garantizará el control total en diputados -siempre y cuando gane la elección- pero además, planea una campaña intensa para sumar senadores socialistas y ganarle terreno al peronismo en una cámara hostil para el oficialismo.

Extraído de La Política Online