El pasado mes de junio se presentó el libro “Así se vota en Cuba”, de Leandro Querido, Director Ejecutivo de Transparencia Electoral, y que fue publicado con el apoyo del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

Esta obra viene a representar un gran aporte para los estudios sobre democracia en la región, y tiene el mérito de desnudar el sistema electoral cubano, que tiene que pretensión principal cubrir con un fino barniz seudodemocrático, una cruenta y despiadada dictadura obsesionada con el Estado total.

Para este fin, Querido se sirvió del proceso electoral celebrado en la isla durante el 2017 y el 2018.

Para el lector poco entendido, sería una ardua tarea intentar comprender la manera en la que se desarrollan las elecciones en Cuba. Incluso, para los propios cubanos, resulta un proceso desconocido; y solo aquellos que están comprometidos con el activismo democrático están advertidos de las triquiñuelas con las que el régimen castrista pretende convencer a la comunidad internacional de que son demócratas.

El ciclo electoral comienza con las llamadas “Asambleas de Nominación”, en las que, en teoría, los ciudadanos comunes (que no ocupan ningún cargo) pueden ser postulados como candidatos a las Asambleas Municipales; el nivel más bajo de gobierno, al que le siguen las Asambleas Provinciales y la Asamblea Nacional. Esta última designa al Consejo de Estado que a su vez elige al Jefe de Gobierno.

Visto de esta manera, no se evidencian rasgos autoritarios. Y esa es justamente la idea, esconder detrás de una supuesta democracia asamblearia, un férreo régimen que controla hasta el más mínimo detalle del proceso.

En una democracia genuina, son los ciudadanos, organizados en partidos políticos, los que son postulados para los cargos de elección popular. Si las elecciones son transparentes e integras, estos ciudadanos, convertidos en candidatos ganadores, asumen sus cargos y son libres de ejercer las competencias propias del mismo, con las limitaciones que impone la ley.

Este escenario solo es posible en un pleno Estado de Derecho, donde los ciudadanos tengan consagrados sus derechos políticos, y entre ellos, el derecho político por excelencia,  el  de elegir y ser electo. Todo régimen que no cumpla con esta premisa no puede ser considerado democrático. E incluso cumpliéndose, la garantía del derecho de elegir y ser elegido es necesario, aunque no suficiente, para que un régimen sea calificado de democrático.

Pero en Cuba ni siquiera este primer paso es respetado; y, de hecho, es uno de los rasgos fundamentales por los que se califica como una dictadura. En la isla, el único partido con entidad legal es el Partido Comunista, que atraviesa a todo el Estado. Las organizaciones a través de las cuales la cúpula gobernante regula todos los procesos electorales están conformadas por seis grupos que, bajo una fachada de movimientos sociales, se encargan de identificar, amedrentar y vejar a toda posible disidencia.

Ya en el nivel más bajo de elección, es decir, en las preliminares Asambleas de Nominación, se encargan, junto con las Comisiones de Candidaturas y otros entes, de que ningún candidato crítico e independiente pueda si quiera postular su nombre para ocupar un cargo en las Asambleas Municipales.

Para lograr este cometido son capaces de cualquier cosa. En un episodio que solo se me ocurre tildar de tragicómico, a un candidato independiente llamado Confesor Verdecia se le impidió postularse como candidato en la Asamblea de Nominación de su circunscripción. La estrategia fue nada más y nada menos que impedirle la salida de su casa por una supuesta conjuntivitis. Aunque efectivamente Verdecia había sufrido esta infección, se había recuperado de la misma días antes de la celebración de la asamblea. Sin embargo, una comisión de salud pública se presentó en su casa y le hicieron un “ingreso domiciliario”. El afectado relató:

“A las 7:45 de la tarde, cuando pretendía asistir a la Asamblea de Nominación de Candidatos, dos hombres con bata blanca, pero que evidentemente eran segurosos (de la Seguridad Nacional), estaban frente a mi casa para impedir que saliera de mi falso ‘ingreso domiciliario’. ¡Es algo increíble! No me resistí, solo quise burlarlos y salir con cautela por el patio trasero, pero allí estaban nuevamente».

Uno de los aportes que hace la obra de Querido, es que no se queda en lo estrictamente teórico. Es decir, no solo “desmenuza” la enrevesada legislación electoral, ya de por sí una difícil tarea, sino que además se advierte una labor de compilación de testimonios de actores sociales y activistas por los derechos humanos, que vienen a ser el descarnado correlato de aquella.

Tal como señala el libro, en el proceso electoral seleccionado distintas plataformas opositoras buscaron, infructuosamente, postular candidatos a las “Asambleas de Nominación”. Pero el inescrupuloso control del castrismo impidió que tan siquiera un candidato independiente pudiera ser postulado y resultar posteriormente electo.

Lo que viene a niveles más altos es harto conocido. La imposibilidad de elegir libremente para los cubanos es tal, que en las elecciones a la Asamblea Nacional del pasado 11 de marzo, había tantos candidatos como escaños a elegir, a decir, 605. Por lo tanto, los “electores” solo podían aprobar la lista de candidatos que preseleccionaron las Comisiones de Candidaturas, evidentemente controladas por la cúpula del Partido Comunista.

Por último, no quisiera dejar de mencionar que el libro también recoge la experiencia de algunas organizaciones de ciudadanos que intentaron, a pesar de todos los controles y obstáculos, hacer las veces de observadores electorales.

Aunque no podemos decir que fue propiamente esto lo que hicieron, debido a que deben darse ciertas condiciones para que esta tarea pueda ser realizada; si es cierto que el esfuerzo sirvió para recoger de manera más sistemática las innumerables irregularidades que a lo largo de todo el proceso electoral se presentaron.

El texto, al tiempo que es detallado y meticuloso, es también accesible, por lo que sin dudas es un recurso al cual acudir en caso de investigaciones sobre esta temática, que de manera incomprensible no ha sido demasiado estudiada.

 

Lic. Jesús Delgado Valery

@JesusDValery