Brasil es un modelo exitoso de implementación de tecnología en los procesos electorales, no sólo para la región sino para el mundo entero. En cada elección, comitivas de distintos países han visitado a lo largo de los últimos 20 años las instalaciones del Tribunal Superior Electoral para conocer a profundidad los desarrollos tecnológicos y tratar de replicarlos.

Existen múltiples razones por las que Brasil decidió automatizar sus elecciones. Estas, van desde el tamaño de su población, pasando por los niveles de analfabetismo, hasta la complejidad de su sistema político y electoral. Desde que se implantó el modelo de votación automatizado ha mejorado el porcentaje de votos válidos, incrementando así la legitimidad de las autoridades electas.

Brasil es la democracia más grande de América Latina. Sus 210 millones de habitantes, y casi 150 millones de electores, representaban un enorme reto para el Tribunal Superior Electoral. Para atenderlo, utiliza unas 500 mil máquinas de votación que capturan la intención de los votantes para generar resultados en pocas horas. Cabe destacar que en 2018 los resultados de la segunda vuelta presidencial estaban publicados en aproximadamente dos horas.

Otro desafío al que se enfrentaban las autoridades electorales de Brasil era el alto número de votantes analfabetos. Según un informe del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, para 2016 en Brasil había casi 12 millones de analfabetos, es decir, un 7% de la población.

El Tribunal consideró que el voto electrónico le resultaría más fácil a la población en general, y específicamente a la analfabeta, ya que la máquina, una vez que se introduce el número del candidato, provee sus fotos. De esta manera, el votante podía estar seguro de que el número que ingresó correspondía al candidato de su preferencia; y en caso de introducir un número erróneo, la máquina emite el mensaje “número equivocado”. Por la amplitud de la oferta, en la boleta de papel era imposible implementar una opción con la foto del candidato.

El sistema político de Brasil también representaba enormes retos para las autoridades electorales. El país cuenta con 27 estados y más de 5 mil municipios. Cada uno de los estados tiene una legislatura, cuyos miembros son electos a través de listas abiertas (el elector vota a candidatos y no a partidos) tomando a la entidad como distrito único. Además, las elecciones se celebran de manera simultánea con las federales (presidente, diputados y senadores nacionales). Esto quiere decir que el ciudadano debe elegir su (s) candidato (s) a la legislatura provincial, a la Cámara de Diputados, a la Cámara de Senadores, gobernador, y presidente.

Con la modalidad de lista abierta, es casi imposible manejar una oferta tan amplia a través de boletas de papel, ya sea única o partidaria.

Todas estas dificultades llevaron al Tribunal Superior Electoral a implementar un sistema de votación que facilitara el sufragio, al tiempo de que mejorara el proceso de conteo de votos y redujera los costos.

La primera elección en la que se implementó el voto electrónico fue en las municipales de 1996; y en las generales de 1998 se implementó en todos los municipios con más de 40.500 electores registrados (307 municipios de 5281).

En las elecciones de 1998 los municipios más poblados contaron con el voto electrónico, mientras que aquellos menos poblados (por debajo de 40.500 electores) emitieron su voto a través de la boleta papel. Esto permitió hacer un experimento: determinar el porcentaje de votos válidos (adjudicados a algún candidato o partido) y no válidos (en blanco o nulos) en los municipios que usaron uno y otro sistema de votación.

Según un estudio de Thomas Fujiwara aplicado a la elección de las legislaturas provinciales en 1998, en los municipios por debajo de los 40.500 electores, es decir, que usaron boleta papel, alrededor del 75% de los votos fueron válidos; mientras que en aquellos municipios en los que se implementó el voto electrónico, el porcentaje de votos válidos llegó al 90%.

Este estudio sugiere que el aumento en el porcentaje de votos válidos se da porque el instrumento de votación facilita la emisión del sufragio, sobre todo a aquellos electores poco instruidos o analfabetos.

Fujiwara llega a esta conclusión comparando los porcentajes de votos válidos y no válidos de acuerdo con el índice de analfabetismo por distrito (censo 1991).

Este análisis señala que en aquellos municipios que tenían tasas más altas de analfabetismo, había un mayor porcentaje de votos no válidos (antes de la incorporación del voto electrónico), mientras que en aquellos más alfabetizados sucedía lo contrario. Esto, aunado al complejo sistema de votación en boletas de papel, sugiere que aquellos votantes menos instruidos presentaban mayores dificultades para usar la boleta de papel.

Brasil es, indudablemente, un caso de éxito y una referencia mundial en automatización. En vista de los logros, el gigante suramericano tiene como tarea pendiente seguir mejorando la transparencia y eficiencia de sus procesos utilizando más y mejor tecnología.