Según la encuestadora Datafolha, Jair Bolsonaro ha pasado en las últimas horas del 32% al 35% de las intenciones de voto de los brasileño. De esta manera, acrecentó a 13 puntos su ventaja sobre Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

Si se consideran los votos válidos, que excluyen de la muestra a los  blancos e indecisos, el ex capitán del Ejército alcanza el 39%, contra el 25% de su rival.  Con esos números impactantes Brasil cerró este jueves una campaña electoral marcada por la polarización ideológica: por un lado, los seguidores del ultraderechista Bolsonaro, y por el otro, el exalcalde de Sao Paulo que sustituyó como candidato a Luiz Inacio Lula da Silva, en prisión por una condena relacionada con un hecho corrupción que el ex mandatario considera no probado.

La disyuntiva, planteada principalmente por los seguidores de Bolsonaro, ha dejado a los demás contendientes, Ciro Gomes (centroizquierda), Geraldo Alckmin (PSDB, centroderecha), Marina Silva (ambientalista) y Ghilherme Boulos (PSOL, izquierda) como invitados de piedra. A tal punto se da esta situación que Bolsonaro se excusó de participar en el debate televisivo final en Globo TV para presentarse solo ante las cámaras de Record, la cadena de la muy conservadora Iglesia Universal del Reino de Dios.

Según los últimos sondeos, el excapitán, que lidera el Partido Social Liberal (PSL), se encuentra en una situación de empate técnico con Haddad en el segundo turno del28 de octubre, y estaría en condiciones de vencerlo. La posibilidad de que Brasil se convierta en una versión sudamericana de Polonia o Hungría ha dejado de ser una opción inverosímil. Detrás de Bolsonaro, diputado y padre de diputado que no oculta su misoginia ni su homofobia y exalta la tortura, hay una nueva derecha poderosa en los medios, en las redes sociales y en las mismas calles.

Retórica despectiva

La élite económica ha abandonado al PSDB -de centroderecha- y ha cerrado filas con Bolsonaro, el hombre que combina la agresividad retórica despectiva de Donald Trump con la promesa de “privatizar todo” y responder con dureza ejemplar a las tomas de tierras por parte de los campesinos pauperizados. Los militares también apuestan por el candidato ultraderechista. Su compañero de fórmula electoral, el general en reserva Hamilton Mourão, defiende la potestad de las Fuerzas Armadas de intervenir en caso de “anarquía”.

La intención de Haddad de nombrar como ministro de Hacienda al muy moderado economista Marcos Lisboa no ha atenuado el “anti-lulismo”, ni siquiera entre parte de las brasileñas. La figura del Bolsonaro ha crecido un 6% entre las electoras, según la última encuesta de Ibope. Casi un 30% de las mujeres del sudeste, blancas y de alta escolaridad, lo prefieren antes que al aspirante del PT.

 

Con información de El Periódico