Brasil consagró este domingo a Jair Bolsonaro como el próximo presidente del país. A casi tres horas del cierre de las primeras urnas, el Tribunal Superior Electoral anunció que el ex militar había ganado los comicios.

Con 99,9% de los votos contabilizados, Bolsonaro encabezaba los resultados con 55,1%, mientras que su rival Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, sumaba el 44,8%.

El presidente electo utilizó una transmisión en vivo a través de su página de Facebook a modo de celebración de su victoria. Sus partidarios se apostaron desde muy temprano en las puertas de su residencia en Barra da Tijuca, donde lanzaron cohetes y festejaron cuando se publicaban las primeras bocas de urna que confirmaban prácticamente su victoria.

Su adversario obtuvo 46,9 millones de votos contra 57,7 millones de Bolsonaro, quien se impuso en 16 de 27 estados.

Dueño de una retórica agresiva y virulenta que le valió las caracterizaciones de fascista, misógino y homofóbico, es el primer presidente electo que se declaró abiertamente de derecha.

El candidato del Partido Social Liberal (PSL) dirigió desde su casa una exitosa campaña que centró en las redes sociales, tras la puñalada que sufrió durante un acto de campaña a principios de septiembre.

“Ustedes serán mis testigos de que este gobierno será un defensor de la Constitución, de la democracia y la libertad. Es una promesa no de un partido, no es la palabra de un hombre, es un juramento ante Dios”, afirmó Bolsonaro en su primer mensaje como nuevo jefe de Estado. “Vamos juntos a cambiar el destino de Brasil”, agregó.

«No podemos seguir coqueteando con el socialismo, el comunismo, el populismo y el extremismo de izquierda», aseguró.

En los últimos días de campaña, Bolsonaro dio su “pésame” a la “prensa vendida”, agradeció a sus seguidores porque “están salvando nuestra patria” y dijo que el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva “va a pudrirse en prisión”.

Bolsonaro recordó: “Nunca estuve solo. Siempre sentí el poder de Dios y la fuerza del pueblo brasileño, con las oraciones de familias enteras”. Finalmente dirigió un discurso a la población a través de las redes. “Debemos acostumbrarnos a vivir con la verdad. Y ésta tiene que comenzar a valer en los hogares y subir hasta los niveles más altos”. Apuntó contra la prensa, al señalar: “Ganamos con los grandes medios que nos criticaron y sin contar con recursos económicos. No queríamos continuar flirteando con el comunismo y el socialismo, y con el extremismo de la izquierda. Fuimos declarados vencedores y, lo que más quiero, siguiendo enseñanzas de la Biblia y la Constitución”.

El nuevo presidente, que deberá asumir su mandato desde el próximo 1° de enero, ha confirmado tan sólo tres colaboradores de primer nivel: Paulo Guedes, quien estará al frente del Ministerio de Hacienda; el general Augusto Heleno, en Defensa y el diputado Onyx Lorenzoni como jefe de la Casa Civil, que oficia de coordinación del gabinete ministerial.

Por su parte, Haddad, quien contó con el apoyo de los millones de brasileños que se beneficiaron de las políticas de inclusión social de Lula, también tuvo un alto índice de rechazo, ya que para otros millones de personas el PT y su líder histórico son sinónimos de manejos financieros turbios para mantenerse en el poder.

“Hay toda una liturgia a la que Bolsonaro tendrá que adaptarse. Esperemos que los límites institucionales funcionen correctamente, y que esa verborragia que Bolsonaro tuvo como candidato se limite ahora”, señaló a la AFP Leandro Gabiati, director de la consultora Dominium.

No todo el mundo se muestra tan optimista, y la ONG Human Rights Watch lanzó un “llamado urgente” a proteger los derechos democráticos en Brasil, tras la victoria del ultraderechista, que en el pasado no dudó en decirle a una diputada que no la violaría porque “no lo merece” o que prefería tener un hijo que muriera en un accidente a que fuera gay.

“Bolsonaro representa una posición de descrédito en las instituciones y desde el poder, podría avanzar en esa deconstrucción de la democracia”, alertó Tomaz Paoliello, profesor de la Universidad Pontificia de Sao Paulo.

El próximo presidente de Brasil deberá tratar, además, con un Congreso con partidos debilitados por los escándalos y dominado por los lobbies conservadores del agronegocio, las iglesias evangélicas y los defensores del porte de armas.

 

Con información de Clarín, Infobae, Caracol Noticias y AFP