Hay países con vocación de liderazgo. Ese liderazgo se puede manifestar de varias maneras. En el caso de Brasil, una de las economías más potentes del continente que cuenta además con uno de los padrones más grandes del mundo, su brand es la incorporación de tecnología en los procesos electorales. Brasil no le tiene miedo a la tecnología. Tampoco a la innovación. La considera una aliada fundamental para darle consistencia al sistema electoral de un país inmenso y diverso. Asumieron este desafío como una política de Estado y lo implementaron en forma de master plan desde la década del 90, para anticiparse a las elecciones del siglo XXI.

Brasil es un modelo exitoso, una referencia ineludible no sólo para la región sino para el mundo entero. El Tribunal Superior Electoral es la institución responsable de este esfuerzo. Una institución que se ha profesionalizado y al hacerlo estimuló ese mismo cambio positivo en los distintos órganos electorales estaduales. En la Conferencia Americana de Organismos Electores Subnacionales (CAOESTE) se puede advertir el valioso trabajo de los Tribunales Electorales Estaduales en este sentido.

Cómo bien detalla Jesús Delgado “existen múltiples razones por las que Brasil decidió automatizar sus elecciones. Estas, van desde el tamaño de su población, pasando por los niveles de analfabetismo, hasta la complejidad de su sistema político y electoral”. Lo cierto es que desde que se implantó el modelo de votación automatizado ha mejorado el porcentaje de votos válidos, se incrementó la legitimidad de las autoridades electas, se le brindó confianza y certidumbre tanto a los partidos y candidatos que compiten como así también a los electores al eliminar las malas prácticas políticas que caracterizaron al voto manual en el país.

Brasil es la democracia más grande de América Latina. Sus 210 millones de habitantes, y casi 150 millones de electores, representaban un enorme reto para el Tribunal Superior Electoral. Como dijimos, la urna electrónica se implementó de modo gradual desde 1998 y en la actualidad se utilizan unas 500 mil máquinas de votación que capturan la intención de los votantes para generar resultados en pocas horas. Cabe destacar que en 2018 los resultados de la segunda vuelta presidencial estaban publicados en menos de dos horas mientras que en el resto de los países del continente, con muchos menos electores, se tardan muchas más horas y en algunos casos hasta días.

La primera elección en la que se implementó el voto electrónico fue en las municipales de 1996; y en las generales de 1998 se implementó en todos los municipios con más de 40.500 electores registrados (307 municipios de 5281).

Como destaca Delgado, “en las elecciones de 1998 los municipios más poblados contaron con el voto electrónico, mientras que aquellos menos poblados (por debajo de 40.500 electores) emitieron su voto a través de la boleta papel. Esto permitió hacer un experimento: determinar el porcentaje de votos válidos (adjudicados a algún candidato o partido) y no válidos (en blanco o nulos) en los municipios que usaron uno y otro sistema de votación”. Los resultados de estos estudios fueron contundentes. Bajo el voto manual los votos no válidos representaban un porcentaje mucho mayor.

Esto podría relacionarse tanto con las malas prácticas políticas como así también con el alto porcentaje de analfabetismo. Según un informe del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, para 2016 en Brasil había casi 12 millones de analfabetos, es decir, un 7% de la población.

El sistema político de Brasil también representaba enormes retos para las autoridades electorales. Se trata de un país federal que cuenta con 27 estados y más de 5 mil municipios. Cada uno de los estados tiene una legislatura, cuyos miembros son electos a través de listas abiertas (el elector vota a candidatos y no a partidos) tomando a la entidad como distrito único. Además, las elecciones se celebran de manera simultánea con las federales (presidente, diputados y senadores nacionales). Esto quiere decir que el ciudadano debe elegir su (s) candidato (s) a la legislatura provincial, a la Cámara de Diputados, a la Cámara de Senadores, gobernador, y presidente.

Con la modalidad de lista abierta, es casi imposible manejar una oferta tan amplia a través de boletas de papel, ya sea única o partidaria.

Todas estas dificultades llevaron al Tribunal Superior Electoral a implementar un sistema de votación que facilitara el sufragio, al tiempo de que mejorara el proceso de conteo de votos y redujera los costos.

Además de los cambios en el instrumento de votación también se llevó adelante una incitativa innovadora en materia de identificación biométrica de los electores. A principios de este año, la identificación del votante brasileño a través de huellas dactilares alcanzó el 78.08% del electorado en todo el país, llegando a 115,469,403 personas. Con la implementación gradual, que comenzó en 2008, el registro biométrico ha avanzado anualmente. Según la información disponible en la página de Biometría del Portal de Justicia Electoral, hasta la fecha, 13 unidades de la Federación ya han realizado la revisión biométrica de más del 99% de sus votantes. Ellos son: Acre, Alagoas, Amapá, Distrito Federal, Goiás, Para, Paraíba, Piauí, Rio Grande do Norte, Rondonia, Roraima, Sergipe y Tocantins.

La intención de la Justicia Electoral es llegar al 100% del registro electoral para las elecciones del 2022.

Ahora la última noticia es que Brasil empieza a evaluar la posibilidad de implementar el voto por teléfono celular. En estas elecciones municipales 2020 realizarán sus primeros simulacros con candidatos ficticios. El Tribunal Superior Electoral lanzó un anuncio el lunes 22 de septiembre con el fin de establecer alianzas con empresas que desarrollan un sistema de votación en línea que se puede utilizar por teléfono celular y sin salir de casa. La idea del tribunal es que algunos colegios electorales de Curitiba (PR), Valparaíso de Goiás (GO) y São Paulo tengan espacios para probar la nueva herramienta en la primera vuelta, el 15 de noviembre.

La Era Covid-19 invita a revisar lo que defino como el paradigma del “manualismo electoral” caracterizado por el acto presencial y manual un día domingo. Hoy este escenario representa una amenaza en términos de bioseguridad para los electores. Producto de su tendencia innovadora, ahora Brasil se encuentra en inmejorables condiciones para pasar de la urna electrónica al voto remoto vía teléfono celular. Es casi un paso natural. Lo harán seguramente con responsabilidad, de modo gradual y con apego a los requisitos propios de la integridad electoral.

Brasil podría imitar a Estonia, que es sin duda la meca de la tecnología electoral, el caso exitoso de Europa. Allí convive el voto manual con la opción del voto remoto, o el voto por telefonía celular. En cambio, en Brasil podrían convivir la urna electrónica con el voto remoto por teléfono celular y así seguir fortaleciendo su perfil como referencia mundial en automatización. La innovación electoral como política pública marca la diferencia en términos de fortalecimiento democrático y las elecciones del futuro se parecen cada vez más al modelo que este país tiene en su agenda de trabajo.