En Cuba se vota, pero no se elige. El domingo 26 de marzo se llevaron a cabo las elecciones para la renovación de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), registrando, de acuerdo a datos oficiales (incontrastables) la mayor abstención en este tipo de elecciones desde 1976.

En términos de curules electos, no hubo sorpresa alguna, ya que la Comisión de Candidaturas había “seleccionado” 470 candidatos para 470 bancas que se renovarán, es decir que no había posibilidad de que algún candidato no sea elegido para ocupar una banca.

Abstención récord 

El Consejo Electoral Nacional (CEN) anunció en horas de la mañana del lunes que votó el 75,92% del padrón (6.164.876 electores), y que el 90% de los votos fueron válidos (6,22% en blanco y 3,50% nulos).

Según el padrón nacional de Cuba, 8.120.072  electores estaban habilitados para votar, y sólo votó, como se mencionó antes, el 75,92% del patrón, casi diez puntos menos que en los comicios de  2018, es decir que uno de cada cuatro cubanos decidió no participar en el proceso electoral. 

Muchos analistas interpretan esta situación como un voto de castigo a raíz de la grave crisis política, económica y social que vive la Isla. 

Observadores reportaron que, a diferencia de los anuncios oficiales del CEN, los centros de votación estuvieron vacíos durante toda la jornada, por lo que ponen en duda la participación del 75% de los electores.

Manuel Cuesta Morúa, miembro del Consejo para la Transición Democrática en Cuba, dudó de la participación anunciada:

Cuba: Activistas

Violencia y amenazas hacia activistas

Los activistas que integraban las organizaciones de ODE, COPE y COCUDE, que desde hace años monitorean de manera independiente los procesos electorales, denunciaron en las redes sociales que hace días recibían amenazas para disuadirlos de participar en las observaciones del proceso electoral.

Como resultado de esas amenazas, muchos activistas fueron obligados por la Seguridad del Estado a permanecer dentro de sus viviendas, mientras que otros fueron detenidos, como Maria Mercedes Benítez, quien fue apresada mientras recorría algunos colegios electorales y liberada cuatro horas después.

Además, algunos observadores denunciaron que no se les permitió presenciar el conteo de votos, cuestión reglada dentro de la Constitución Nacional en el Art. 117, que menciona que “todo escrutinio es público”.

El papel de los observadores en las elecciones cubanas es fundamental, dado que al no haber fiscalización partidaria (se trata de un régimen de partido único), son el único medio de “control” del proceso electoral.

En resumen, las elecciones del domingo 26 de marzo, como ya lo imaginábamos, fueron una mera ratificación de 470 candidatos para 470 bancas. Sin embargo, el CEN ha aceptado una abstención récord, que de acuerdo a monitores electorales locales ha sido aún más profunda. Dado que el régimen cubano siempre ha vinculado la participación electoral (históricamente por encima del 90%) con su legitimidad, se empieza a ver un sinceramiento del gobierno con respecto a la disminución del apoyo popular. 

Nota extraída de DemoAmlat