El Consejo Nacional Electoral de Honduras ha tomado una importante decisión: la de utilizar tecnologías para mejorar sus procesos. Tras dos elecciones sumamente complicadas en 2013 y 2017, la implementación de soluciones tecnológicas para fortalecer la integridad electoral es un paso en la dirección correcta que debe ser reconocido por la comunidad internacional democrática. Un cambio que debe ser acompañado por el fortalecimiento de los marcos normativos que hacen a las responsabilidades y controles cruzados.

En nuestra experiencia, y tras haber monitoreado procesos electorales en toda la región desde nuestra organización Transparencia Electoral, hemos constatado que la tecnología es una aliada de los procesos electorales íntegros dado que permite superar los problemas propios, y reiterativos, de los procesos manuales. Sin embargo, también hemos constatado que la tecnología no es una panacea. A pesar de que el software y el hardware adquiridos a compañías con experiencia comprobada funcionen, la verdad es que no se transforma la cultura electoral de la noche a la mañana.

El índice de integridad electoral del Proyecto de Integridad Electoral, tiene a Dinamarca, Finlandia y Noruega liderando el ranking con 86, 85 y 83 respectivamente. Aunque estos países tengan una integridad electoral envidiable, todavía no alcanzan la calificación máxima de 100 puntos. ¿Por qué? Porque no hay elección perfecta. Siempre hay áreas de mejoras. En Dinamarca, Argentina, Estados Unidos… y en Honduras.

La modernización que se está emprendiendo en Honduras no debe ser vista como una poción mágica. No se trata de encender un dispositivo y listo. Más bien, es un proceso de mejoras paulatinas. Autoridades, partidos políticos y formadores de opinión pública, deben entender la modernización electoral como un proceso. Es el comienzo de un largo recorrer que requiere acompañamiento internacional. En este sentido las organizaciones de sociedad civil que entiendan en materia electoral, tanto nacionales como internacionales, cumplen un papel muy destacado y hasta fundamental podríamos decir.

Clave para el éxito de todo proyecto de modernización electoral es la capacitación de quienes operan la tecnología. En sus manos está aprovechar los beneficios de la tecnología y el buen funcionamiento de los sistemas. Por otro lado, la dirigencia política debe entender que son parte clave del proceso transformador que se está emprendiendo. La ciudadanía, principal actor en todo proceso democrático, debe ser educada sobre los nuevos procesos a la hora de votar.

Las teorías que explican los procesos de transformación digital hablan de “dolores de crecimiento” para referirse a los retos que encuentran las instituciones en su afán de modernizar sus procesos. Es probable que en esta primera implementación haya retrasos en algunos centros de votación, bien sea por falta de capacitación, por temor o resistencia al cambio. Sin embargo, estos dolores de crecimiento no deben permitir que Honduras pierda la perspectiva. Poco a poco, y con el transcurrir del tiempo, quienes operan la tecnología la irán conociendo.

Nuestra región ha mejorado sustantivamente la integridad de sus elecciones mediante tecnología. Desde el voto electrónico implementado hace unas dos décadas en Brasil hasta el voto en línea probado recientemente en México, la región ha visto mejorar la integridad de sus elecciones con herramientas propias de la era digital. Ese es el camino.

Esperamos que los actores políticos y la sociedad en su conjunto, asuman la elección del 28 de noviembre como un primer paso en la construcción de una nueva cultura electoral para Honduras. Para llegar a Dinamarca no existen atajos, se llega paso a paso. Con mirada estratégica, constancia y compromiso.

 

Por Leandro Querido.

Director de Transparencia Electoral de América latina.