El debate acerca de la gobernanza electoral está menospreciado en nuestro país. Cuando en el mundo se avanza en la incorporación de tecnología en los procesos electorales en la Argentina emergen cómo referentes del debate los que rechazan la tecnología y apelan a un “manualismo electoral” que solo sobrevive en las fake elections de Cuba y en Corea del Norte.

Los “terraplanistas” electorales aducen que la tecnología es una amenaza a la integridad electoral. Sin embargo, los hechos confirman que ha colaborado mucho en la profesionalización los procesos electorales y en resolver aspectos sensibles de los mismos.

Los “terraplanistas” electorales concentran su crítica en el “voto electrónico”, cómo si no hubiese una vasta cantidad de alternativas debajo de este concepto; pero además intentan impugnar otros aspectos cómo la biometría que se utiliza en la identificación de electores, la digitalización de los padrones, o la transmisión y totalización de los resultados electorales entre otros aspectos.

Insisten en relativizar la cuestión de los tiempos con el argumento siguiente: “no importa si los resultados se tardan en conocerse, lo que importa es que los resultados sean confiables”. Cómo si una cosa estuviese necesariamente vinculada con la otra. Sin embargo, en la actualidad no hay ningún argumento razonable que justifique que un escrutinio de mesa deba durar más de cinco horas de un intenso trabajo por parte de las autoridades. Que los resultados estén al poco tiempo de terminados los comicios es muy importante y por lo tanto no es un tema para desmerecer. Les brinda seguridad a los ciudadanos como así también a los candidatos y partidos que compiten en esa elección y lo hace porque la tecnología obtura la posibilidad de manipulación de documentos electorales. El “manualismo electoral” es una formidable ventana de oportunidad para los micro fraudes perpetrados por las redes clientelares de los partidos dominantes, hegemónicos o con poco apego a la institucionalidad democrática. Las cuatro provincias de nuestro país que lideran el Mapa de Conflictividad Electoral le rinden culto al “manualismo electoral”. Sus representantes en el Senado de la Nación impugnaron el proyecto de reforma electoral del oficialismo bajo el argumento de que el “voto electrónico” no es seguro. Que no es seguro para ellos es una realidad dado que resquebrajaría el corset que les han impuesto a los procesos electorales en sus respectivas provincias.

En los “terraplanistas” electorales además se advierte una sorprendente posición benevolente para con la explotación laboral. Esta mirada propia del siglo XVIII acepta que los simples ciudadanos cumplan una jornada extenuante, que se inicia a las 7 de la mañana para terminar a eso de las 23hs. Estos ciudadanos al otro día deben cumplir con otras tareas laborales o familiares, y pocos advierten las consecuencias que padecen luego de una extenuante jornada de 20 horas de trabajo. Por cierto, esa fatiga puede poner en entredicho la seguridad del propio proceso electoral dado que, en la parte más sensible de la jornada, es decir cuando se cuentan los votos, se encuentran agotados, con ganas de irse a sus respectivos hogares. En las elecciones de Indonesia de abril de este año, la tercera democracia del mundo en términos de electores, fallecieron 296 funcionarios electorales contratados para la elección por extenuación. Si leyó bien. Murieron casi 300 personas. Otros 2.151 cayeron enfermos tras más de 24 horas contando papeletas a mano o realizando tareas de supervisión en los 800.000 colegios electorales que emplearon a unos 7 millones de trabajadores eventuales. Con más de 17 mil islas y una extensión de alrededor de 5.000 kilómetros de este a oeste, los comicios suponen un verdadero desafío logístico. El 80 por ciento de casi 193 millones de indonesios votaron marcando 5 papeletas cada uno, que después fueron contadas a mano por los integrantes de las mesas, en algunos casos hasta la mañana siguiente. «Estaban extenuados porque tuvieron que asumir sus responsabilidades en algunos casos durante más de 24 horas», dijo a EFE el vocero de la Comisión Electoral.

Claro que el caso de Indonesia se trata de un ejemplo tan extremo cómo trágico ahora la moraleja es que la tecnología es nuestra aliada para simplificar los procesos de toma de decisión y que son los especialistas y los funcionarios electorales los que deben tomar las decisiones acerca de qué tipo de tecnología debe incorporarse y en que parte del proceso electoral.

En la provincia de Salta, de Chaco y Neuquén, también en la Ciudad de Buenos Aires, la boleta única electrónica resolvió este problema. En menos de dos horas de concluida la jornada electoral las autoridades de mesa estaban en sus casas.

En las elecciones de Córdoba y Santa Fe, la boleta única de papel no pudo resolver este tema y generó importantes demoras y confusiones en la etapa de los escrutinios de mesa. En el caso cordobés uno de los candidatos principales cuestionó con razón el diseño de la papeleta que era una invitación al error.

En estas elecciones nacionales votaremos en los mismos términos que en los procesos anteriores. Sin embargo, la tecnología nos ayudará en una etapa importante. En esta oportunidad se van a transmitir las actas que surjan de cada mesa de votación desde el mismo centro de votación. De esta manera se evitan muchos problemas, entre ellos el del sesgo territorial en la carga de datos que tantos problemas generó en el último proceso electoral de 2017 con la reversión de tendencia en la provincia de Buenos Aires. Ahora la empresa Smartmatic será la encargada de escanear las actas de escrutinio para transmitir las imágenes digitalizada directamente a los centros de cómputos. Cada uno de los 15 mil centros de votación se convertirá en un centro de transmisión de datos, por lo tanto, reemplazan a los 400 Centros de Digitalización y Transmisión (CDT) del Correo Argentino. La ONG Transparencia Electoral abordó esta problemática. En las elecciones PASO del 9 de agosto de 2015 junto a La Nación Data se analizaron 16.311 telegramas y el 48 por ciento presentaron irregularidades. Errores o manipulación deliberada de documentos electorales, lo cierto es que la transcripción del acta de cierre de mesa a telegrama era un problema muy grande como para no ser atendido. Luego en las elecciones de 2017 se hizo un estudio para el Correo Argentino para evaluar el rendimiento de los Centros de Digitalización Transmisión distribuidos por el territorio argentino y se pudo comprobar que las actas de los centros de votación ubicados en zonas marginales o periféricas llegaban más tarde al centro de totalización generando lo que se conoce como sesgo territorial en la carga de datos.

Aunque estas modificaciones puedan generar nostalgia en los “terraplanistas electorles” por el manualismo perdido el resultado será provechoso para el sistema electoral argentino debido a que resolverá dos problemas importantes gracias a la incorporación de tecnología porque en materia electoral el futuro llegó hace rato y los nuevos electores le están imponiendo el ritmo a los cambios.