Bajo el cumplimiento de condiciones como la liberación de los presos políticos, la OEA ofreció al régimen de ortega abrir un canal de comunicación que permita darle salida a la profunda crisis que atraviesa el país centroamericano.
Gonzalo Koncke, enviado de Almagro, visitó Nicaragua el jueves y mantuvo reuniones con el Gobierno sandinista. Las conversaciones se desarrollaron con el mayor hermetismo, pero Almagro informó el viernes que la delegación de la OEA planteó a Ortega la importancia de liberar a los detenidos en el marco de las manifestaciones y la “necesidad de contar con avances en el proceso político electoral”.
El Ejecutivo de Ortega respondió con un escueto comunicado ––firmado por la Cancillería, pero dado a conocer por la esposa y mano derecha del sandinista, Rosario Murillo–– en el que decía estar dispuesto a avanzar en reformas electorales para los comicios presidenciales de 2021, cuando vence su tercer mandato consecutivo. El presidente nicaragüense aún aspira a que el Frente Sandinista ––su partido–– se mantenga en el poder, a pesar de las masivas manifestaciones que exigen desde abril el fin del régimen y que han sido brutalmente reprimidas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la propia OEA, ha constatado al menos 325 muertos desde abril.
El acercamiento de Almagro a Ortega se da después de meses de distanciamientos, en los que el uruguayo intentó mover el tablero diplomático latinoamericano para “asfixiar” lo que ha catalogado de “dictadura” nicaragüense. Logró convocar reuniones del Consejo Permanente de la OEA para analizar la situación del país centroamericano e incluso llegó a amenazar con aplicar a Ortega la Carta Interamericana, una medida urgente para presionar a las autoridades nicaragüenses y forzarlas a respetar la institucionalidad. La aplicación del documento desembocaría en la suspensión del país del organismo y tendría serias repercusiones para su economía, ya de por sí muy deteriorada por la prolongada crisis política.
Con información de El País