A los argentinos nos gusta mirar lo que ocurre en otras latitudes y muchos gustan comparar… Vamos a comparar un poquito.

En Bolivia hubo elecciones, después de un 2019 caótico, de acusaciones cruzadas sobre anomalías ejecutadas por oficialismo y oposición, y de un gobierno que dejó sus funciones antes de que termine su mandato (porque, aunque la presidencia de Evo Morales se mantuvo plagada de irregularidades, éste fue expulsado de su país antes de que culminara su polémica gestión, por eso en Bolivia ocurrió efectivamente un golpe de Estado). Finalmente, y felizmente, hace escasos días, hubo elecciones generales, retornó la democracia y así, un gobierno elegido por la mayoría se prepara para gobernar el país boliviano.

En Chile también hubo elecciones para definir la reforma de la Constitución y hubo un abrumador apoyo ciudadano para que se transforme el texto constitucional que data de 1980, año en que el ex dictador Augusto Pinochet había reformado la carta magna chilena. Así, un 2019 también turbulento en Chile tras violentas protestas callejeras interminables, decantó felizmente en una elección, reformas y una estabilidad política que pareciera empezar a tomar cierta forma. Falta articular una sociedad que se siente históricamente desintegrada, pero el reciente gesto y acción política, parecen ir transitando hacia un estado de situación más conciliador.

En Brasil están padeciendo el virus como nosotros, con una enorme cantidad de víctimas, con un presidente que piensa y actúa espantoso, pero con un manejo de la economía mucho más eficiente, y seguramente con futuros índices macroeconómicos y sus respectivos efectos adversos, más fáciles de sobrellevar que nuestra querida Argentina. Asimismo, en Brasil se preparan para la celebración de las elecciones municipales a realizarse el 15 de noviembre próximo, bajo la supervisión de una Misión de Observación Electoral que enviará la Organización de Estados Americanos (OEA). Luis Almagro, el Secretario General de la OEA manifestó “es un orgullo para la Organización firmar este acuerdo, que permitirá el despliegue de nuestra segunda Misión de Observación Electoral en Brasil”. “Nuestras misiones son garantía de transparencia, independencia, profesionalismo y tienen como objetivo fortalecer las instituciones democráticas del continente”.

En Uruguay, el gobierno logró durante meses hacer sintonía fina entre lo sanitario, lo económico y lo social y así controlar el virus, mientras la vida de los uruguayos transcurrió con una anormalidad casi normal (reabrieron las escuelas, reabrieron los comercios con los debidos protocolos, se reactivaron actividades de esparcimiento apelando a la disciplina ciudadana, y a finales de septiembre, se celebraron elecciones sub-nacionales con los protocolos indicados para la ocasión). En este momento, frente a un rebrote de la pandemia, el gobierno uruguayo está trabajando arduamente para hacerle frente al virus, con celeridad, preocupación, y rendición de cuentas, informando con la verdad a sus ciudadanos y a los ciudadanos del mundo.

En Suecia no nos envidian ni un poquito.

En Argentina intentamos descifrar cuáles son “los funcionarios que no funcionan”, o sobre “el acuerdo político, económico y mediático” que nos propone la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, mientras punto y seguido, afirma “en realidad, lo que no aceptan es que el peronismo volvió al gobierno y que la apuesta política y mediática de un gobierno de empresarios con Mauricio Macri a la cabeza, fracasó”. Intentamos descifrar un mensaje extenso, ambiguo, contradictorio e intrincado comunicado por twitter. Mientras, cerraron miles de pequeñas y medianas empresas, el desempleo aumenta, el hambre crece, la inseguridad invade las calles cada vez con mayor violencia, no nos informan con precisión sobre nuestro estado de situación sanitaria cuando lideramos el ranking entre los países con mayor número de infectados y muertes por COVID-19 a nivel global, y los corruptos que nos empobrecieron robando dinero público (nuestro) se siguen riendo de los que hablamos hace días del súper twitt enigmático de Cristina.

Por su parte, un libro pone de relieve “los trapitos sucios del clan macrista” y una nueva caja de pandora parece abrirse en nuestra Argentina saqueada. Mientras tanto, la familia Kirchner mantiene sus causas penales abiertas, y la hija de la vicepresidenta volvió de Cuba, está implicada en las causas más comprometidas que podrían llevarla a prisión y no tiene fueros. Pero mientras libros y redes sociales nos relatan estas malvadas historias de vida, la Justicia huye o la huyen.

En lugar de interpretar y re interpretar un twitt de la actual vicepresidenta o de desentrañar los entredichos de un libro que acusa al ex presidente, merecemos una Justicia que investigue y penalice todas estas cuestiones que nos arruinan la vida hace décadas. Y necesitamos funcionarios públicos que resuelvan nuestros problemas y que dejen de montar un fuego cruzado amigo y enemigo, que parece responder a una suerte de campaña electoral prematura, de cara a los comicios de medio término, que se celebrarán recién el 24 de octubre de 2021.

Necesitamos compararnos con nosotros mismos, y mejorar.

 

Sandra Choroszczucha Politóloga y Profesora (UBA) www.sandrach.com.ar