La semana pasada redacte un articulo para Noticias Electorales sobre la participación política de la mujer en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. La idea es continuarlo con otro que ya estoy elaborando, pero luego de publicar el anterior, los comentarios con amigas y la lectura en redes sociales me hicieron reflexionar sobre otras aristas que no son novedosas pero sobre las que siempre es bueno regresar.

La participación de las mujeres en los ámbitos profesionales y laborales, políticos, judiciales y empresariales, siempre tiene sus matices. Es cierto que hay mujeres que llevan adelante sus labores de manera impecable y sin contratiempos mientras que existen otras a las que se les torna difícil por sus situaciones personales. No todas pueden contar con la ayuda de familiares o costearse personal para cuidar los niños o limpiar la casa. No todas tienen hermanos para atender a sus padres adultos mayores. Estas circunstancias hacen que no sea fácil cumplir todos los aspectos involucrados y salir airosas.

Por eso creo que debemos trabajar profunda y seriamente por la equidad de género. Hay que tratar igual pero en igualdad de condiciones… y no siempre sucede. Si las condiciones de acceso a determinado puesto son “X”, entonces que el punto de partida sea el mismo para todos los participantes. O contemplemos la forma de que alguna persona no esté en desventaja respecto de los otros postulantes. Y esto debe ser aplicable a todo el universo, porque la equidad debe ser universal.

Si focalizamos en la meritocracia, tampoco la igual (o superior) formación es garantía de que las mujeres accedan sin contratiempos a los cargos. Si no, vean el caso de la Dra. Alejandra Lázzaro, que habiendo obtenido el primer puesto por antecedentes y formación en el concurso para la vacante en la Cámara Nacional Electoral, todavía no consigue ser designada.

No pido trato especial para las mujeres, sino uno justo y equitativo. Que se respete el orden de mérito, para empezar.

Y que se reconozca que, a pesar de la supuesta liberación femenina, hay generaciones que todavía preparamos la cena, limpiamos la casa y atendemos a nuestros seres queridos. Y no porque nos guste o porque nuestras parejas no colaboren, sino porque la realidad desborda los marcos teóricos y los furibundos posteos en redes sociales.

La militancia política exige horas de dedicación, muchas veces en momentos que se espera que la mujer este en la casa preparando la cena o cuidando los chicos. OK, no esta bien, pero es la realidad. Son muy lindas las expresiones de deseos en congresos y seminarios, pero la realidad es otra y no hay paper que la salve hoy, en este momento, en la actualidad. La carrera profesional exige estudio, preparar ponencias, viajar a Congresos y tampoco esto es sencillo cuando se tiene niños o adultos mayores que atender.

Para redondear la idea, lo que deseo proponer es una reflexión profunda, una invitación a pensar acerca de cómo podemos lograr ámbitos e instituciones mas amigables para todos. No se trata de mujeres contra hombres en una nueva grieta absurda. No se trata, tampoco, de mujeres contra mujeres: muchas veces, en las redes sociales, son mas criticas que algunos varones en las cuestiones de paridad y equidad.

Se trata, simplemente, de entender que buscamos las mejores condiciones posibles para desarrollarnos plenamente como seres humanos (mujeres, hombres…). Con acceso equitativo a puestos de trabajo y en la política, movilidad ascendente en la carrera profesional y amplias posibilidades de desarrollo, sin que una cuestión de género se ponga por delante.

Casi se me escapa ”sin que una cuestión generacional…” en lugar de “una cuestión de género”… Pero ese es otro debate.-