Caracas, 13 may (VOA).- Sentado tras un escritorio en su recién estrenada oficina, el político opositor venezolano Enrique Márquez admite que su nombramiento hace una semana como vicepresidente del Consejo Nacional Electoral forma parte de un acuerdo con el Partido Socialista Unido de Venezuela, organización afín al gobierno de Nicolás Maduro.

“No estuviera aquí si no hubiera habido un acuerdo con el PSUV”, dice, en entrevista con la Voz de América en la sede del poder comicial, en Caracas.

Márquez, un exdiputado que militaba contra Nicolás Maduro y que llegó a ocupar el segundo cargo de relevancia del Parlamento de 2015, es uno de los dos rectores del nuevo directorio del CNE venezolano relacionados con la oposición.

 «Hay un reconocimiento de que debe haber un CNE plural, con un grupo de rectores que se han comprometido al equilibrio interno, que es difícil de mantener»

La Asamblea Nacional instalada en enero pasado, de mayoría chavista, lo nombró junto al asesor electoral Roberto Picón y otros tres funcionarios con pasados vinculados al partido de gobierno como los representantes de un nuevo poder que, según Márquez, tiene la “misión” de reconciliar al país con el voto.

En Washington, algunos legisladores no ven con optimismo las supuestas «señales del madurismo». El senador republicano Marco Rubio aseguró que no se puede caer en las «trampas de Maduro».

«Maduro está dispuesto a hacer una serie de concesiones simbólicas reversibles. Lo que nunca a mostrado es que él por amor a la patria o por decencia va a permitir elecciones libres y democráticas donde él [Maduro] pueda perder el poder y el dinero que se ha robado», argumentó Rubio, a medios en el congreso estadounidense.

Márquez difiere. El acuerdo que lo catapultó al CNE lo impulsaron el Parlamento actual -desconocido como institución por buena parte de la comunidad internacional-, la sociedad civil y “las fuerzas políticas fuera de la asamblea”, acota.

Márquez expresa confianza en sus colegas rectores y en los beneficios que pueden lograr juntos mediante la celebración de elecciones justas y democráticas. “Eso va a requerir de mucha madurez política entre nosotros y voy a apostar que eso pueda ser así. Pienso perseverar en esa lucha”, afirma.

Sin «soluciones mágicas».

Márquez, a punto de cumplir 58 años el próximo 19 de mayo, culminó estudios de ingeniería eléctrica y se dedicó a la docencia antes de centrarse de lleno a la vida política en partidos opositores, como La Causa R y Un Nuevo Tiempo.

Diputado del Parlamento nacional por tres períodos en el siglo XX, formó parte de la campaña presidencial de 2006 contra Hugo Chávez. En la arena política venezolana, se le conoce como un hombre formal, alejado de las estridencias, que suele recurrir al diálogo y al respeto hasta con los adversarios.

Formó parte de la delegación de la llamada Mesa de la Unidad Democrática que sostuvo encuentros de diálogo formal en Santo Domingo, República Dominicana, con miembros del gobierno de Maduro y la iglesia católica.

Esas conversaciones, así como las diligenciadas por Noruega en 2018, no culminaron con resultados tangibles. La oposición acusó entonces al oficialismo de “ganar tiempo” para aferrarse al poder ejecutivo y de facto de la nación.

En la entrevista con la VOA, Márquez apela, aún así, a la urgencia de “entendimiento” y negociaciones para destrabar el juego político en el país.

En ese tenor, se niega a comentar los descréditos contra el nuevo CNE de Juan Guaidó, líder opositor. “Es importante que los actores políticos tengan un punto de entendimiento. A veces, los adjetivos (…) el lenguaje es importante para entendernos”, responde ante esos señalamientos contra el poder electoral.

Para él, “no hay soluciones mágicas para Venezuela”, sino la oportunidad de entablar un diálogo político. “No percibo que exista otra alternativa al entendimiento, a la negociación. A pesar de todos los fracasos que ha podido haber, hay que perseverar en la negociación política”, remarca Márquez.

«Hay que buscar entendimiento»

Guaidó propuso esta semana un “acuerdo de salvación nacional” que contempla un eventual cronograma de elecciones presidenciales y el levantamiento progresivo de las sanciones económicas en contra del gobierno madurista.

No obstante, mostró cierto grado de desconfianza para un proceso que dijo debe tener «garantías para todos, para todos los actores, pero también, y lo más importante, los mecanismos de rendición de cuentas al régimen si intenta evadir de nuevo una solución negociada”.

Maduro, por su parte, dio visto bueno a un diálogo formal con la mediación de la Unión Europea, el Grupo Internacional de Contacto y el Reino de Noruega.

“No hay forma de que un bando político aniquile al otro. Tenemos muchos años en ese error. Hay que buscar entendimiento”, insiste Márquez a la VOA.

El ahora vicepresidente del CNE, quien viste la tarde de este miércoles un saco azul, camisa blanca y una pequeña banda tricolor atada a su muñeca derecha, considera que Venezuela “requiere madurez política” a favor de los acuerdos.

Guaidó y otros dirigentes de la oposición venezolana, como María Corina Machado, dan por sentado que la elección de un nuevo CNE es parte de una estrategia del gobierno de Maduro para engañar y ganar tiempo, sin avanzar en la consecución de garantías de votaciones transparentes. Márquez difiere.

“Hay que construirlas [las garantías]. Se anunció la auditoría amplia e incluyente del Registro Electoral, la auditoría al sistema automatizado, biométrico y de escrutinio. Se inician una serie de procesos que se convertirán en garantías cuando los actores políticos participan de esas auditorías”, apunta.

Cree que, participando en los procesos electorales, pueden lograrse la habilitación de candidatos opositores sancionados por instituciones del Estado y concesiones democráticas a favor de los partidos políticos nacionales.

Una de las principales exigencias de la oposición es que se devuelvan las directivas de un grupo de partidos a sus antiguos representantes, que otros políticos ganados por la participación en las votaciones parlamentarias de diciembre pasado asumieron mediante sentencias judiciales.

Sobre ese punto, Márquez aclara que no es un asunto que esté al alcance del CNE, sino del Tribunal Supremo de Justicia, vinculado al madurismo.

“Tenemos que interactuar con el Poder Judicial para esos casos y con la Contraloría para el caso de los inhabilitados políticamente, cosa que haremos para propiciar que la participación sea política de Estado”, expresa.

Los partidos políticos en Venezuela necesitan, a su juicio, “vigencia y respaldo”, pero además “democracia interna”. Sobre la exigencia de elecciones presidenciales y parlamentarias, valora que deben ser “fruto de un acuerdo”.

“El CNE solo tiene en su agenda la elección regional y local. Aparecerá la elección presidencial en su momento constitucional o en el momento que haya un acuerdo político”, señala, mientras resalta que la opción de un referendo revocatorio presidencial en 2022 requerirá de “voluntad política” y de “un mínimo de acuerdo” entre las partes políticas enfrentadas.

En todo caso, insiste en que la situación de Venezuela no admite una medición de fuerzas sin antes “trajinar suficientemente el camino de un entendimiento”.

 

Nota extraída de: Voz de América

https://www.vozdeamerica.com/venezuela/vicepresidente-nuevo-cne-venezolano-no-existe-otra-alternativa-la-negocion