Este domingo dos de octubre, más de 156 millones de personas electoras tendrán derecho a elegir a la Presidencia, Vicepresidencia de la República, 27 gubernaturas  así como a una tercera parte del Senado federal,  la renovación total de la Cámara de Diputados en Brasil y 1,059 diputaciones estatales.

Aunque la suma de candidatos es vasta, los últimos sondeos ubican al actual Presidente y candidato Jaír Bolsonaro así como a Luiz Inácio Lula da Silva, como los favoritos en las encuestas electorales.

El sistema electoral brasileño establece el voto obligatorio para personas de entre 18 y 70 años, y pueden votar de forma voluntaria las personas mayores de 16 años. Para poder asumir la Presidencia de la República, es necesario que la fórmula de candidatos más votada cuente con más del 50% de los votos, sin embargo todo indica la posibilidad de enfrentar una segunda vuelta electoral a celebrarse el próximo 30 de octubre, ya que ni Bolsonaro ni su opositor Lula da Silva, cuentan con los apoyos suficientes para erigirse en la primera vuelta.

Por otro lado el candidato Ciro Gomes se ha sido ubicado en una lejana tercera posición, pero suficiente para formar parte de un pacto con el expresidente Lula da Silva y evitar así una segunda vuelta electoral.

Brasil enfrenta un clima de polarización previo a la jornada electoral donde han permeado los intentos de posicionar al ejército en las tareas de índole electoral, sin embargo el Tribunal Supremo Electoral ha determinado que serán los órganos creados ex profeso quienes se encarguen de la organización y calificación de las elecciones.

El Tribunal Supremo Electoral, ha sido señalado constantemente por el Presidente Bolsonaro de una supuesta parcialidad en favor del Partido de los Trabajadores, ya que la instancia electoral ha determinado diversas sanciones a conductas del candidato presidencial en reelección, respecto al posible uso de  recursos públicos en actividades de propaganda electoral.

Derivado de estas y otras acciones violentas, se espera una jornada electoral muy dividida, con una sociedad enfrentada, por un lado, en el centro y sur de Brasil se apoya la reelección del Presidente Bolsonaro, mientras que en el noreste y las zonas más populares, el apoyo se pronuncia en favor del ex líder sindical Luis Ignacio Lula da Silva, quien enfrentó cargos por corrupción en años anteriores.

El sistema electoral brasileño se distingue por la utilización de tecnología para contabilizar un gran cúmulo de votos, lo que permite saber en pocos minutos, quién ha triunfado en las elecciones.

Jair Bolsonaro es capitán de la reserva del ejército, identificado con la religión evangélica, quien se ha visto ampliamente cuestionado por su posición ante temas que lo ubican en el ala de la ultraderecha populista, el manejo de la pandemia por COVID-19 que dejó a casi setecientas mil personas fallecidas, -según cifras oficiales-, así como la presencia del ejército en las calles, y la crítica abierta a las políticas -también populistas- empleadas en su momento por Lula Da Silva, quien impulsó de manera determinante el gasto de asistencia social para la población más vulnerable.

La autoridad electoral tiene un reto mayúsculo, ya que sufre desde el centro del poder de ataques que intentan vulnerar su actuación y autonomía. Ante este escenario, es necesario que organismos internacionales verifiquen el buen desempeño de jugadores y árbitro.

Por ello, Transparencia Electoral ha acreditado oficialmente a una delegación de Observación Electoral Internacional, integrada por autoridades y personas estudiosas del ámbito electoral en el Continente. Para ello, ha nombrado a Ann Ravel como Jefa de la Misión.

Ravel es abogada y fue Presidenta de la Federal Election Commission (FEC) de los Estados Unidos, postulada por el Presidente Barack Obama y designada de forma unánime por el Senado.

Politólogo, experto en temas electorales y Coordinador País de Transparencia Electoral para los Estados Unidos Mexicanos.