A partir de una elección de tres tercios donde presenciamos un empate técnico en las últimas PASO nacionales, comenzaron una serie de interpretaciones, argumentaciones y conclusiones sobre el porqué del voto, el por qué de las encuestas que vuelven a fallar, o por qué Milei de tercera fuerza escaló a primera, por qué Massa llegó al empate técnico siendo el ministro de una economía cuasi hiperinflacionaria o por qué Juntos por el Cambio obtuvo mucho menor apoyo que el esperado.

Sobre el último punto, conclusiones propias y ajenas a la coalición sostienen que la interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta no fue inteligente, ya que haber competido desmedidamente implicó olvidarse de que en una coalición el todo antecede a las partes. El electorado del Juntos por el Cambio posiblemente desconfió de un espacio que no se mostraba cohesionado y prefirió no elegir – ausentarse o votar en blanco – o elegir a un candidato que repetía en medios y redes sociales que los “halcones” y las “palomas” estaban todos juntos por el cargo.

Con todo lo acontecido, Juntos por el Cambio toma nota y así parece concentrado en reacomodarse en un Juntos por el Cambio que cambió; ahora la “halcona” debe liderar en modo “paloma” en medio de una competencia que la enfrenta a un líder populista de extrema derecha, Javier Milei, y un líder populista que hoy gusta mostrarse nacional y popular, Sergio Massa. En medio de estas anotaciones, un asunto sigue sin ser tomado en cuenta y probablemente por esto Juntos por el Cambio aún sigue coqueteando con el tercer lugar para la elección general del 22 de octubre.

El Radicalismo junto a la Coalición Cívica fueron los co-fundadores de Cambiemos en 2015, y a partir de 2019 Juntos por el Cambio empezó a sumar otras fuerzas a la coalición. En Juntos por el Cambio siempre existió un socio mayoritario, la Unión Cívica Radical (UCR) por una sencilla razón, el partido centenario, alicaído y todo como lo estaba en 2015, contaba con una estructura a nivel nacional gigantesca. La UCR contaba con intendentes, concejales, legisladores provinciales, nacionales, comités, afiliados y militantes en cada municipio de cada provincia de todo el país. En 2015 el alicaído Radicalismo no pretendió nada, pero desde 2019 pretende, y sus votantes pretenden, y a tono con esto, en las elecciones legislativas de 2021, el mapa se presentó pintado más de morado que de amarillo. Previo a esta elección de medio término, Rodríguez Larreta “molestó” muchas veces al candidato radical Facundo Manes para que no se presentara encabezando una lista dentro de Juntos por el Cambio en la PBA porque pretendía que éste fuera en la lista del PRO secundando a Diego Santilli. Manes no aceptó y Manes obtuvo el 39,66% de los votos dentro de la primaria de Juntos por el Cambio, una cantidad muy considerable que llevó a que la suma de los votos morados y amarillos ganara en PBA.

El PRO sabía que el mapa se había pintado mayormente de morado, y quien rápidamente se percató de esto último fue Rodríguez Larreta, que se dispuso mutar a súper “paloma”, y desde esa nueva posición, eligió jugar más parejo con las demás fuerzas que se sumaban a la coalición, a cambio, desde ya, de postularse a la presidencia. El propósito de Rodríguez Larreta necesitaba mayormente del apoyo de su socio mayoritario, y así fue que terminó de sellar un acuerdo secreto a voces para que Lousteau pueda ser el candidato a jefe porteño y eligió como compañero de fórmula al presidente de la UCR, Gerardo Molares, mientras se mostraba muy cercano a la dirigencia radical en su conjunto. Patricia Bullrich en cambio se reinstituyó en modo súper “halcona”, sin intenciones de ampliar la coalición y eligiendo candidatos “halcones” PRO para los cargos nacionales más codiciados – Jorge Macri para la jefatura porteña y Néstor Grindetti para gobernador de la PBA – solamente cediéndole la vicepresidencia a un radical periférico, Luis Petri – quien incluso había perdido la interna como candidato a gobernador en Mendoza contra Cornejo-. Mientras tanto, el súper jefe de los “halcones” que apoyaba a Bullrich, Mauricio Macri, repetía lo que hoy nos cuenta también Milei, que el primer populista no había sido Perón sino Yrigoyen. Por otra parte, cuando Patricia Bullrich hacía buenas migas con Milei, éste insultaba sin piedad a los radicales y nos contaba como reventó a piñas a un muñeco con luces de colores con la cara de Raúl Alfonsín. Y mientras esto pasaba, Patricia Bullrich y Mauricio Macri invitaban a que Milei se sume a la coalición. Cuando ocurrieron las elecciones en Santa Fe, Carolina Losada, una radical muy hermanada desde los albores con el PRO duro, repetía en cada canal de televisión que Maxi Pullaro – su competidor también radical en las PASO – estaba entongado con los narcos, y Losada hizo toda su campaña apadrinada por Bullrich y Macri, quienes aparecían en los spots con ella y pedían que voten por Losada. Pero ganó, arrasó en las urnas en Santa Fe, el radical
acusado por la candidata apadrinada por Bullrich y Macri, de estar entongado con los narcos.

El Radicalismo Avanza. Y así, junto al triunfo del radical Pullaro en Santa Fe (tercera provincia con más cantidad de electores) vino la del radical Gustavo Valdés en Corrientes, la del radical Carlos Sadir en Jujuy, la de Claudio Poggi -alineado con Rodríguez Larreta, Gerardo Morales, Margarita Stolbizer y Martín Lousteau – en San Luis, la del radical Leandro Zdero en El Chaco y la del radical Alfredo Cornejo en Mendoza (quinta provincia con más cantidad de electores). Y a no olvidar que el radical Facundo Manes sumó cantidad de votos para que ganara Juntos por el Cambio en las legislativas en la PBA (primera provincia en cantidad de electores, que reúne casi el 40% del padrón electoral), y que Lousteau perdió por un pelito a Jorge Macri y obtuvo el apoyo de casi un tercio de los votantes porteños (en el cuarto distrito con más cantidad de electores).

Patricia Bullrich tiene estrechos vínculos con varios dirigentes radicales, pero nunca tuvo el gesto y está a tiempo de tenerlo, de, por ejemplo, arrepentirse públicamente por haber acompañado y apoyado incondicionalmente a quien acusara al nuevo gobernador de Santa Fe, Pullaro, de tener lazos con el narcotráfico, y Pullaro puede haber perdonado, pero ¿el 58,4% de los votantes de Pullaro perdonaron? Bullrich también está a tiempo de mostrar arrepentimiento por haber invitado tantas veces a Milei a que forme parte de la coalición luego de que este se ensañara por años en maltratar e insultar al radicalismo con inusitada
violencia.

Por eso, la mejor campaña para que Patricia Bullrich logre estar en el segundo puesto o, por qué no, en el primero, tal vez no sea confrontar tanto con el kirchnerismo que ya confronta solito con la realidad, ni confrontar con Milei que cuenta con un electorado que viene demostrando no entrar en razones sino perseguir pasiones. Tal vez la mejor campaña de Bullrich sea reconocer genuinamente a las “palomas” de la coalición, porque está lleno de votantes “palomas” como lo demuestran las elecciones provinciales y locales, una tras otra.

Bullrich no solamente debe lograr que la dirigencia de Juntos por el Cambio se junte de verdad, sino que el electorado de Juntos por el Cambio se junte de verdad, y que, por ejemplo, los votantes de Pullaro sientan que ella es la candidata de Juntos por el Cambio, y que la casi tercera parte de los porteños que votaron a Lousteau, que es ignorado por Jorge Macri, sientan que ella es la candidata de Juntos por el Cambio, y que el electorado de cantidad de provincias y municipios donde el radicalismo obtiene una excelente performance y ha sido atacado por su ex amigo, Milei, sienta que ella es la candidata de Juntos por el Cambio.

Sandra Choroszczucha – Politóloga y Profesora de la Universidad de Buenos Aires
www.sandrach.com.ar

Fuente original: La Ribera Multimedio de Córdoba