Ana Claudia Santano es profesora del programa de maestría en Derecho del Centro Universitario Autónomo de Brasil – Unibrasil; post-doctora en Derecho Público Económico por la Pontificia Universidad Católica del Paraná; doctora y maestro en Ciencias Jurídicas y Políticas por la Universidad de Salamanca, España; investigadora del Observatorio de Derecho Electoral, con énfasis en estudios sobre la participación política de las mujeres, de la Universidad Federal de Paraná en asociación con la Universidad Estadual de Río de Janeiro; investigadora del Observatorio de Financiamiento Electoral, del Instituto Brasiliense de Derecho Público – IDP; investigadora del PATRIAS – Estado y concreción de los derechos, del Centro Universitario Autónomo de Brasil – UniBrasil.

 

¿Qué es lo que está pasando en Brasil qué se define el 7 de octubre?

Se definen muchas cosas. No creo que las últimas elecciones fueran tan conflictivas como esta. Son elecciones donde muchas cosas están a la mesa. No solamente el resultado. No es exactamente saber quiénes serán los nuevos diputados, senadores, gobernadores de estado o presiente de la República, sino más bien cómo Brasil cruzará este camino después del 7 de octubre en una situación que nosotros llamamos “post Lava-Jato”; es decir, qué sucederá después de los escándalos de corrupción, porque desde entonces la gente no ha podido votar. Y hay mucha gente que está involucrada en ese gran escándalo que está presentándose en estas elecciones; tanto que, incluso, hay un gran debate sobre la validez de muchas candidaturas en este sentido, tal es el caso, por ejemplo, de la candidatura de Lula. Entonces, por un lado, hay mucha gente uy optimista diciendo que, bueno, esto suele pasar, que siempre los políticos han sido corruptos, etcétera, lo que representa en mayor medida una opinión del común. Pero, por otro lado, sí es cierto que las instituciones están funcionando en el sentido del combate a la corrupción. Han ejercido un rol político muy importante. Entonces, en este momento, lo que está se está planteando es qué país elegir después de todo. Obviamente esto genera bastante polarización, muchos debates acalorados, etcétera. Lo que sí es cierto es que el Brasil del día 8 de octubre no será lo mismo.

Sabemos que Lula está casi impedido de presentarse por la Ley de Ficha Limpia, sus recursos ante la Justicia fueron denegados; también sabemos que las últimas encuestas lo ubican con una intención de voto muy importante de entre el 37 y el 39%. ¿Podrá el PT y Lula trasladar esa intención de voto a su compañero de fórmula, Fernando Haddad?

Me parece que no, porque una cosa es hablar de una persona extremadamente carismática como es el caso de Lula, pero intentar transferir una cantidad tan importante de votos para Haddad, lo que obviamente es su estrategia, no me parece muy factible. Es decir, Haddad no es tan carismático, incluso es un poco desconocido para algunos brasileños, y en Sao Paulo, la ciudad donde él fue alcalde, ni siquiera goza de mucho prestigio, es decir una mitad lo quiere, la otra mitad no tanto. Entonces, tendré que ver otras encuestas, sin embargo, no estoy muy convencida de que esta cantidad de votos para Lula se irán automáticamente para Haddad. Lo que sí es cierto es que las encuestas que han salido en los últimos días demuestran que esta transferencia de votos de Lula se repartirá entre dos candidatos: uno de ellos el de la extrema derecha llamado Jair Bolsonaro y el otro que es Marina Silva, que ya fue candidata en las últimas dos elecciones, es mucho más conocida que Haddad, tiene mucha más vida política, tiene más de treinta años de vida política.

¿Usted quiere decir que parte del porcentaje de votos con el que cuenta Lula podrían irse a favor de Jair Bolsonaro, que es esta suerte de Trump brasilero?

Así es, como usted ha escuchado. A mí también me parece algo ilógico, pero las encuestas demuestran eso. Entonces, en un contexto de desencanto y apatía política, donde mucha gente está convencida de que puede que Lula no salga, el candidato sería Jair Bolsonaro. Suena raro, pero puede pasar.

Entendiendo que son unas elecciones difíciles, donde existe un candidato como Jair Bolsonaro, que es de una derecha extrema, que ha pronunciado inclusive declaraciones bastante llamativas, ¿un candidato de centro, como Geraldo Alckmin, que fue gobernador de Sao Paulo, podría terciar y meterse en el ballotage o segunda vuelta?

Alckmin desde hace mucho está intentando ser presidente. Ya es bastante conocido, tiene bastante horario electoral gratuito en los medios de comunicación; tiene mucho dinero para las campañas electorales, porque es la primera vez en el sistema electoral brasileño que tenemos una alta capacidad de recursos públicos para campaña (eso es muy novedoso). Entonces Alckmin tiene todas las condiciones para ser alguien que pudiera competir en la segunda vuelta. Lo que sí es cierto es que acá, al momento, no ha demostrado gran evolución en las encuestas. Me parece que está entre el 5 y el 6 por ciento, considerando el margen de error. Obviamente eso puede cambiar mucho a partir del comenzó de la campaña electoral en los medios televisivos y radiales. Pero si hasta ahora no ha generado muchas reacciones, no me parece que él vaya a ser el compañero de alguien en la segunda vuelta. Esta opinión, vale decir, está basada en los resultados de las últimas encuestas.

¿Hay riesgo de que esta tensión crezca en Brasil, que se den escenarios de violencia en el marco del proceso electoral, teniendo en cuenta que se enmarca en situaciones bastante extrañas o atípicas?

No tenemos, en la historia democrática del Brasil, un momento de tanto conflicto. No es este un momento normal y las personas, los ciudadanos tienen actitudes muy conflictivas. Yo creo que eso puede empeorar los últimos días de la campaña o en un escenario de segunda vuelta, donde las cosas suelen ser más complicadas y las personas más ideológicas y apasionadas. Eso puede generar algunos episodios de violencia, no exactamente física, sino más bien mediática o algo así. No me parece que vaya a haber una pacificación aún después de las elecciones, porque los brasileños, incluso yo, estamos viniendo de un proceso muy doloroso, luego del impeachment al último presidente. Entonces, tras eso, muchos brasileros entienden que tal vez el voto no tenga tanta importancia, o que la democracia tal vez no tenga tanta importancia, y son estos discursos los más peligrosos porque, justo en este momento, cuando los brasileros estamos ante una debilidad tan grande de la democracia, candidatos como Jair Bolsonaro encuentran mucho espacio. Entonces, lo que más nos preocupa a los especialistas del derecho es que la persona que sea derrotada en la segunda vuelta eventualmente no acepte la derrota. Eso es lo peor que nos puede pasar; que empiecen a atacar a la Justicia Electoral; que empiecen a atacar al sistema de votación; que empiecen a atacar a la persona que trabajó en las urnas. Quizás suena un poco pesimista, pero, como van las cosas, además de la incertidumbre ante el caso Lula, las personas están muy decepcionadas de la política y el escenario puede empeorar.